Nunca es tarde para comunicarse
Aunque no usé el globo como herramienta, he visto cómo muchas técnicas, cuando se aplican con constancia y paciencia, funcionan.
Lo importante no es el material en sí, sino la metodología y, sobre todo, el contacto humano.
Ser sordo no ha sido un impedimento. Al contrario, me ha dado una perspectiva diferente sobre cómo se construye la comunicación.
Hablar no solo es emitir sonidos; es expresarse, conectarse, hacerse entender.
Y sí, con tiempo y esfuerzo, es posible. Nunca es tarde.
Trabajar por la inclusión y la comunicación es un camino exigente, pero también profundamente gratificante.
Cada niño, cada persona, merece ser escuchada y acompañada desde su realidad.